martes, octubre 29, 2019

¿Qué pasó con esta última manifestación de protesta en Chile?

Los sistemas que tenemos para comunicarnos, hoy en día, están suspendidos en la Internet y sus cuarteles generales están enclavados en sus respectivos países de origen. Hay proveedores de servicios de conexión y transmisión tan gigantes, que se han retirado con sus servidores a otros países y lugares remotos, con climas fríos, para poder mantener sus granjas de servidores en operación y transmisión.
Todo lo que viaja por correos electrónicos, se ve en plataformas de video, se escribe en chats, se publica en redes sociales puede ser examinado y llevado a un análisis. Dejando de lado las comunicaciones telefónicas que, perfectamente, pueden ser intervenidas ya que también se soportan en digital. Siendo así, acá está un Talón de Aquiles para cualquier organización y gobierno que no tiene defensa, ante furtivas configuraciones en sus torrentes digitales de transmisión.
La Primavera Árabe fue el inicio de esto y la sofisticación se vio con Cambridge Analytica. Assange nos advirtió de las transmisiones de las embajadas y Snowden nos reveló el espionaje planetario. Todo esto es útil para países que creen en sus democracias y tienen como norte proteger a sus ciudadanos. Sin embargo, si las libertades están regadas por todo el tejido de la sociedad, ésta puede ser la gravedad para concretar una efectiva defensa ante esta nueva condición de manipulación.
Al estar monitoreando y también tener poder para insertar información en las plataformas digitales, los que tienen el acceso (autorizado o furtivo) al torrente digital de transmisión de una sociedad dada, pueden hacer cambiar el rumbo de lo establecido. De ahí que en alguna oportunidad y en advertencia a los acontecimientos que se sucedían en la mencionada Primavera Árabe, el gobierno de turno (2011) intentó establecer un sistema de monitoreo en las redes sociales.
En estas materias de ciberseguridad se ha avanzado en declaraciones, pero no consta que exista una unidad que esté al tanto de las acciones furtivas, de terceros, sobre el torrente de comunicaciones en el universo completo de transmisiones en las plataformas de ocio y diversión, dentro del territorio nacional.
Siendo así el panorama y evidenciando el acelerado golpe asestado a las estructuras de transporte, abastecimiento y energía -en sus diferentes niveles- en el centro neurálgico de Chile, es posible argumentar que:
Los que logran ver, interpretar y manipular nuestras comunicaciones digitales, tienen el poder de azuzar y dirigir a los usuarios primarios a una acción en concreto; dejando el campo fértil para que avancen las huestes programadas, con acciones coordinadas. Logrando llegar hasta las hordas latentes, que esperan evidenciar el desconcierto para perpetrar sus fechorías, acostumbradas, amparadas en el caos.
Esto fue lo que le pasó a toda la organización gubernamental del momento y que le volverá a pasar a cualquiera que esté al mando del gobierno y no tenga datos de lo que se manifiesta en digital; tanto producido por los usuarios, como insertado sigilosamente.

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